Estamos en medio de un contexto de
epidemia. No cabe ninguna duda.
Es una epidemia insidiosa, progresiva y
mortal. Si dejamos que avance, acabará con todo. Acabará con el
mundo tal y como lo conocemos.
Hay una epidemia de noticias falsas que
está empujando a que los gobiernos inicien y sostengan campañas de
censura “fact checking”, a manos de entidades de comunicación.
Hay una epidemia de contaminación por
todo el mundo que hace que el clima se caliente hasta niveles
alarmantes. Es necesario imponer impuestos ecológicos y políticas
ecológicas.
Hay una epidemia de capitalismo que
está inundando de egoísmo y corrupción el planeta, con problemas
financieros de todo tipo, por lo que se hace necesaria la hipervigilancia económica de los ciudadanos.
Hay una epidemia de fraude fiscal, que
obliga a aumentar el control, y generar cada vez más impuestos para
poder acometer las obras necesarias y prestar los servicios a los
ciudadanos.
Hay una epidemia de delincuencia y de
inseguridad ciudadana que hace necesaria la restricción de derechos
civiles. Es necesario reforzar los sistemas de justicia e imponer
castigos ejemplarizantes.
Hay una epidemia de terrorismo global
que impone la solidaridad con los inmigrantes, la apertura de
fronteras, y el aumento de vigilancia de todos los ciudadanos.
Hay una epidemia de pseudociencias y de
pseudoterapias que está matando a nuestra gente, con engaños,
mentiras y fraudes. Se hace necesario luchar contra estos gurús
farsantes.
Hay una epidemia de gérmenes. Gérmenes
de todo tipo y tamaño y que se turnan cada año para amedrentar a la
población, con enfermedades conocidamente desconocidas que podrían
acabar con la humanidad en un tris. Es necesario investigar sobre
vacunas e imponerlas para evitar el desastre.
Hay una epidemia de machismo que mata
un día sí y otro también, por lo que es necesario someter a
vigilancia, escarnio y castigo preventivo a todo varón.
Hay una epidemia de populismos que
prometen lo que no pueden cumplir y que seducen al electorado con
engaños y fraudes, y es necesario establecer cordones sanitarios
para evitar que destruyan la democracia y proteger a los políticos de verdad.
En todas estas epidemias hay unos
denominadores comunes.
El ciudadano es ignorante, peligroso,
criminal y corrupto. Carece de criterio para disfrutar de su libertad
y derechos y necesita ser guiado como animal de rebaño a través de
normas y policías.
El estado no tiene nunca la culpa de
nada. Son gente honesta, honrada, incorruptible, que hace
desinteresadamente todo lo posible por el bien de la humanidad.
China es un país donde no se reconocen
derechos ni libertades, donde se encarcela y mata a ciudadanos sin
garantías y donde las cuestiones de corrupción, contaminación y
salud están muy lejos de poder ser defendidas o representadas por
los ciudadanos de a pie. Por extraño que parezca, se trata de un
país comunista hipercapitalizado que tiene 70 millones de
millonarios, y cientos de millones de pobres, pero que al mismo
tiempo juega con su moneda sin seguir regla alguna.
Independientemente de que la epidemia
de coronavirus se deba a mala higiene alimentaria, a un sabotaje
internacional o a un error de seguridad de un centro de investigación,
lo cierto es que China se presenta en los medios como un modelo a seguir. China es capaz de poner en cuarentena a ciudades de cuatro millones de
habitantes. Es capaz de construir un hospital de mil camas en unos
días, y por supuesto llenarlo de personal a punta de pistola sin
importar salarios y condiciones. Es capaz de ensayar todo tipo de
remedios, terapias y tratamientos para contener la epidemia, sin el
conocimiento ni el consentimiento de sus habitantes.
Es el paraíso de todo gobernante donde
el ciudadano no es nada más que un bien de producción y de
sostenimiento del sistema. Y como paraíso de gobierno eficaz y
eficiente se presenta en todos los medios mainstream. Todo un modelo
a seguir y la envidia de los gobernates de todo pelo e ideología.
¿Quién se beneficia de todas estas epidemias de calentamiento global, antivacunas, virus, machismo, delincuencia, terrorismo, crisis financieras, noticias falsas, especies invasoras, etc.?
Pues todos y cada uno de los sagrados
gobiernos que se frotan las manos al ver lo cerca que están de
convertir las democracias en partitocracias absolutamente corruptas
como la China, donde el ciudadano es tan solo masa y bien de
producción, sin conciencia, sin libertad, sin derechos.
Todos los partidos se muestran
unánimes: Necesitamos sanidad, educación, medios de comunicación,
justicia, banca, control de medio ambiente y urbanismo, transportes,
y todo debe estar bajo el control del Gobierno.
Y si en algún caso la gente no lo entiende o no lo acepta, deberemos inventarnos una epidemia -económica, militar, terrorista, sanitaria...- que justifique nuestra deriva totalitaria.
Y si en algún caso la gente no lo entiende o no lo acepta, deberemos inventarnos una epidemia -económica, militar, terrorista, sanitaria...- que justifique nuestra deriva totalitaria.
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