La homeopatía debe probar su eficacia y
seguridad.
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La panda de
pseudocientíficos que se dedican en su tiempo libre a luchar contra
los derechos de los consumidores y sus libertades -incluida la
Ministra de Pseudosanidad y el Ministro de Pseudociencia- alegan que
la homeopatía y las plantas deben cumplir con los mismos requisitos
que los medicamentos de síntesis y producción industrial. Igual
reclaman para la acupuntura, la medicina tradicional china o la
medicina antroposófica, el quiromasaje, la osteopatía o la
nutrición ortomolecular.
Alegan que el estándar
de comprobación científica en medicina son los ensayos doble ciego
randomizados, que es el producto de un diseño en el que
experimentador y experimentado, desconocen si toman un medicamento o
un placebo.
El Estado, no tiene la
función ni la capacidad de garantizar la satisfacción de pacientes
y consumidores. Cuando exige un requisito de eficacia a un producto o
un medicamento no es por garantizar la satisfacción del consumidor,
sino en relación riesgo beneficio, es decir su seguridad. Cuando
establece una humedad máxima en los embutidos y carnes cocidas, poco
le interesa si nos es agradable al paladar o si los nutrientes nos
mantendrán sanos y en forma. En forma alguna el estado puede
garantizar que el jamón cocido nos guste o nos mantenga sanos cuando
lo comemos. Lo único que busca es la seguridad alimentaria. Cuando
autoriza la venta de una antimigrañoso, no busca garantizar que
determinada pastilla nos va a quitar la migraña en 10 minutos -no
puede garantizar eso-, o que nos va a gustar el sabor a talco de la
pastilla -no tiene por qué hacer que nos guste el sabor-. Busca
nuestra seguridad en relación al riesgo-beneficio.
La necesidad de realizar
estos estudios viene derivada de la naturaleza de los medicamentos de
fabricación industrial y el principio de precaución. El principio
de precaución o principio precautorio es un concepto que respalda la
adopción de medidas protectoras ante las sospechas fundadas de que
ciertos productos o tecnologías crean un riesgo grave para la salud
pública o el medio ambiente, pero sin que se cuente todavía con una
prueba científica definitiva de tal riesgo. El principio de
precaución en relación con el derecho de protección de
consumidores es el que impide poner el el mercado cualquier sustancia
de la que exista una duda de seguridad incluso aunque el estado de la
ciencia no pueda determinar un peligro cierto. De alguna manera se
protege a los consumidores a largo plazo ante la eventualidad de que
una molécula de síntesis tenga efectos perjudiciales. Es esa la
razón por la que no solo en medicamentos, sino también en industria
alimentaria, industria agrícola y ganadera, en telecomunicaciones,
plásticos, combustibles y otros, son exigibles ensayos de eficacia y
seguridad.
El problema de una
molécula de síntesis es que sus consecuencias son imprevisibles
como en el caso talidomida y muchos otros casos de medicamentos y
aditivos alimentarios que han terminado siendo muy perjudiciales. El
efecto de una molécula de síntesis puede depender de algo tan
simple como la configuración espacial de la molécula -quiralidad-.
Cuando se sintetiza en forma levógira, tiene un efecto y cuando se
sintetiza en forma dextrógira tiene otro. Con el mismo peso
molecular, y unos mismos enlaces, una molécula puede ser beneficiosa
o muy perjudicial. Cuando se sintetiza una molécula para un
medicamento, lo primero que hay que comprobar es si esa molécula de
síntesis es compatible con la salud y la vida del ser humano o no, y
eso el químico no lo puede saber ni adivinar hasta que no realiza
experimentos -in vitro, con animales, y con humanos-.
Sería temerario poner en
el mercado una molécula de síntesis cuyos efectos pueden ser
imprevisibles e incompatibles con la vida humana.
Una vez comprobada la
seguridad de la molécula -teórica, pues no se comprueba la
seguridad a largo plazo ni en todo tipo de poblaciones-, procede en
protección del consumidor, comprobar que es eficaz. Se trata de
comprobar si hay alguna razón de peso para poner en el mercado una
molécula cuya seguridad solo se ha probado de forma teórica. De
alguna manera con esta fase se sopesa el balance riesgo beneficio. Si
no se demuestra un beneficio, no merece la pena poner en riesgo al
consumidor con una molécula de síntesis.
Así que el sistema de
ensayos clínicos de medicamentos industriales de síntesis viene a
justificarse en protección del consumidor y en evitación de
situaciones catastróficas que ninguna empresa y ningún estado o
aseguradora podría hacer frente.
Se trata de evitar un
riesgo muy posible y muy grave. Se justifica que los laboratorios
industriales químico farmacéuticos pasen por este filtro por su
propio bien y por el bien de los consumidores. Crear moléculas no
puede ser algo que esté sin control alguno. Se trata de una medida
racional y proporcional que nada tiene que ver en principio con una
cuestión médica sino con la seguridad de los consumidores.
En definitiva, existen
medicamentos a disposición del público pese a que se han demostrado
efectos muy perjudiciales y muy poca eficacia, y la razón es la
proporcionalidad y el balance riesgo beneficio. En el caso de la
neostigmina, se conocen los efectos perjudiciales y se tienen bajo
control, y se sabe de la poca eficacia del tratamiento pero se
autoriza la venta en función de ese balance riesgo beneficio,
considerando que un pequeño grupo de personas puede beneficiarse del
medicamento y solo por eso merece la pena ponerlo en venta una vez
que se informa a los consumidores de los riesgos y de las
expectativas. El Litio, es un metal tóxico que puede ser útil en
determinadas patologías psiquiátricas. Es muy tóxico y requiere
análisis de sangre continuos para mantener la litemia bajo control.
Y sin embargo en el 40% de los pacientes que se usa -bipolares-, no
tiene ningún efecto beneficioso. A pesar de estas evidencias -alta
peligrosidad, dudosa eficacia, imprevisible efectividad- el producto
se vende. No por las evidencias científicas de su eficacia, sino por
un criterio proporcional de riesgo beneficio. Algunas personas -bajo
consentimiento informado- se pueden beneficiar del litio durante un
tiempo.
La manzanilla para
mejorar las digestiones, no supone un riesgo imprevisible que haya
que calcular, ni requiere garantizar un balance riesgo beneficio. No
es razonable, no es proporcional y no tiene sentido. Una técnica
quirúrgica o física, nada tiene que ver con la creación o uso de
una molécula de síntesis y por lo tanto no existe la necesidad de
aplicar el principio de precaución ni establecer un balance riesgo
beneficio: No tiene sentido. Se deja en manos del consumidor la
decisión de adquirir aquellos productos, técnicas y servicios bajo
su propio criterio -y consentimiento informado-, a sabiendas de que
nada puede garantizar un resultado cierto. El estado debe garantizar
la seguridad de la población, no la satisfacción de sus necesidades
o expectativas.
En cuanto a la
acreditación de profesionales el criterio de control es la asimetría
de información. Cuanta más asimétrica es la información, más
riesgo hay para el consumidor. No es lo mismo un profesional que
recomienda medicamentos de síntesis o cirugía, que el pastor que
aconseja una planta o unas friegas -no es lo mismo hurgar en la
intimidad o manipular la cognición y el comportamiento, que
recomendar relajación, meditación u oración-. Uno necesita
acreditación y el otro no. Entre uno y otro habrá un elenco de
categorías a valorar, siempre desde la proporcionalidad y la
asimetría de la información.
Sobre todo esto hay una
extensa literatura doctrinal y jurisprudencial universalmente
aceptada por mucho que los ministros españoles y sus secuaces
quieran hacerse los creativos.
El doble ciego randomizado tiene una utilidad
muy limitada.
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Como podremos ver, los
estudios doble ciego randomizados no forman parte de la mayoría de
las técnicas médicas. Una gran parte de los medicamentos y
productos son exonerados de tener que pasar por ese filtro, y en
muchos casos lo son por razones evidentes y de peso. El doble ciego
randomizado ni es útil en muchos casos ni sirve para nada en otros.
Y sin embargo a todas las terapias tradicionales y alternativas, se
les quiere hacer pasar por ese aro que solo debe ser utilizado en la
mayor parte de los medicamentos de síntesis y producción industrial
por razones de seguridad y de balance coste riesgo beneficio.
Pero es que además, los
estudios doble ciego randomizados pueden tener resultados de muy
pobre evidencia debidos a errores de diseño y ejecución, aunque
sean publicables. Los estudios pueden tener sesgos en el diseño del
estudio, en la selección o en el cegado de la muestra, sesgos en el
empleo de placebos inertes, mal disimulados o mezclados con otras
sustancias activas. Puede haber merma de la evidencia cuando las
poblaciones estudiadas están sujetas a polifarmaclogía o son
pacientes con pluripatología. También puede haber sesgos en el
diseño temporal del estudio, así que estudios muy breves pueden no
mostrar una evidencia fiel y estudios largos pueden tener un efecto
de cribado que reduce las evidencias. Igualmente hay problemas cuando
se trata de investigar sobre enfermedades raras por el
desconocimiento de la propia enfermedad así como por la falta de
poblaciones suficientes para ensayos.
Por otra parte, los
ensayos, no aportan al público general la ficha técnica que permita
hacer una valoración de la evidencia obtenida y se limitan a
presumir de resultados: resultados sin evidencia. Muchos de los
estudios no son accesibles y los “investigadores” se dan por
satisfechos con publicar “a escondidas” en revistas prestigiosas
a las que el público en general no tiene acceso o tiene acceso
previo pago de un precio elevado.
Hay por lo tanto un doble
filtro. El primer filtro es sobre el investigador al que se le
publica o rechaza un estudio por cuestiones ajenas a la ciencia. El
segundo filtro es hacia el público, que solo tiene acceso a las
conclusiones que le interesan al editor pero no a los estudios
completos. Así que las publicaciones científicas, no recogen todo
el conocimiento disponible sino lo que interesa a los editores por
distintas causas.
No encontraremos estudios
de calidad sobre terapias en revistas médicas, porque no hay médicos
expertos en terapias y porque no hay editores dispuestos a publicar
sobre ellas. Y por otra parte una revista estrictamente médica, no
es el lugar donde publicar conocimiento o avances de terapias que no
son médicas -aunque sean sanitarias o parasanitarias, pero no
médicas-.
Para acabar hay que
volver a la cuestión esencial del placebo, pues no existe una teoría
del placebo que nos permita controlar dicha variable y darle
contenido. Se usa placebo sin más, pero nadie explica cómo
funciona, cómo se altera o cómo se suprime. Nadie explica cómo un
placebo puede aliviar una migraña, reducir las cifras de tensión
arterial o reducir el colesterol. Lo que no explica ninguna teoría
ni se tiene en cuenta como variable, es cómo un placebo puede tener
un 30% de eficacia y el medicamento un 35% y creer que eso es
evidencia suficiente para vender un medicamento que solo es eficaz en
un 5% de los casos como si fuese una panacea porque un 5% es un
resultado estadísticamente significativo... Es por todo lo anterior
que los estudios doble ciego randomizados son de muy poca utilidad en
la práctica, porque están afectados por muchas variables que son
fácilmente manipulables, otras incontrolables y los resultados son
más que débiles. De hecho la medicina basada en la evidencia es un
constructo social absurdo e inútil en la mayoría de los casos:
según como diseñemos los ensayos se puede demostrar cualquier cosa
que se quiera. En navidades de 2018, se publicó un estudio
científico revisado por pares, doble ciego randomizado de alta
calidad y evidencia, que demostraba que el uso de paracaídas no
tenía un efecto significativamente relevante ante un accidente de
avión. Se publicó en el British Medical Journal junto con una
explicación de los autores. El accidente fue en tierra y los
pasajeros bajaron todos por sus propios medios sin un solo rasguño.
El estudio de calidad era una crítica a la falsa medicina basada en
la evidencia.
No todas las técnicas médicas están sujetas
a ensayos doble ciego randomizados.
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Unos pocos ejemplos de
terapias no sujetas a investigación médica y que por lo tanto
deberían entrar en el grupo de las pseudociencias y de las
pseudoterapias. No existe evidencia científica a través de
publicaciones de la eficacia y seguridad de las siguientes terapias
médicas. Si descontamos de la práctica médica los siguientes ítems
tendremos que más del 50% de la medicina -según ilustres lumbreras-
debería ser clasificada como pseudociencia y pseudoterapia. En la
actualidad, las publicaciones científicas reconocen que más del 80%
de los protocolos médicos carecen de evidencia científica sólida.
Vacunas: No hay ni
un solo ensayo doble ciego previo a la comercialización. No hay
ensayos de seguridad ni de eficacia. No se hacen ensayos porque se
dice que “no es ético” usar placebos en estos casos.
Quimioterapia, La
inmunoquimioterapia, Las terapias personalizadas : No hay ni un
solo ensayo doble ciego previo a la comercialización ni se exige, al
legalizarse a través del procedimiento compasivo. No hay forma de
comprobar eficacia, eficiencia y seguridad.
La radioterapia: No
hay ni un solo ensayo doble ciego previo a la comercialización ni se
exige al legalizarse a través del procedimiento de producto
sanitario. No hay forma de comprobar eficacia, eficiencia y
seguridad.
Las terapias génicas
y Terapias celulares avanzadas: No hay ni un solo ensayo doble
ciego previo a la comercialización ni se exige al legalizarse a
través del procedimiento de terapias celulares avanzadas. No hay
forma de comprobar eficacia, eficiencia y seguridad.
Los medicamentos
huérfanos: No hay ni un solo ensayo doble ciego previo a la
comercialización ni se exige al legalizarse a través del
procedimiento especial. No hay forma de comprobar eficacia,
eficiencia y seguridad.
Hemoderivados y
transfusiones: No hay ni un solo ensayo doble ciego previo a la
comercialización ni se exige al legalizarse a través del
procedimiento especial. No hay forma de comprobar eficacia,
eficiencia y seguridad.
Medicación
psiquiátrica: No hay ni un solo estudio de pacientes sanos
tratados con medicación psiquiátrica para comprobar sus efectos
perjudiciales. No hay forma de comprobar eficacia, eficiencia y
seguridad. El diagnóstico psiquiátrico es otro de los ítems que
carece de falsabilidad, con una precisión inferior al 30%.
Terapia
electroconvulsiva: No hay ni un solo ensayo doble ciego previo a
la comercialización ni se exige al legalizarse a través del
procedimiento de producto sanitario. No hay forma de comprobar
eficacia, eficiencia y seguridad.
Cirugía: No
existen ensayos doble ciego randomizados en ninguna de las técnicas
quirúrgicas de ninguna de las especialidades.
Medicina Estética:
No existen ensayos doble ciego randomizados en ninguna de las
técnicas de medicina estética. Las prótesis e implantes no están
sujetos a doble ciego al legalizarse como productos sanitarios.
Terapias de
fertilidad, Esterilizaciones: No existen estudios doble ciego
randomizados sobre las terapias de fertilización o de
esterilización, ni las terapias de fertilización o esterilización
cumplen con una función médica sino social.
Abortos: No
existen estudios doble ciego randomizados sobre el aborto, ni el
aborto en la mayoría de los casos no obedece a razones médicas sino
sociales.
Eutanasia y Sedaciones
terminales: No existen estudios doble ciego randomizados sobre la
eutanasia, ni la eutanasia en la mayoría de los casos no obedecen a
razones médicas sino sociales.
Cambio de sexo por
medios hormonales o quirúrgicos: No existen estudios doble ciego
randomizados sobre el cambio de sexo -ni el diagnóstico, ni el
tratamiento, ni las consecuencias a largo plazo-, ni el cambio de
sexo en la mayoría de los casos obedece a razones médicas sino
sociales.
Fórmulas magistrales:
Ninguna fórmula magistral preparada en oficina de farmacia
habilitada, está sujeta a ensayos doble ciego randomizados. Y no
existe porque no hay obligación de ello al tener una consideración
especial de legalización y factura.
Los aditivos de los
medicamentos: Ya sea mercurio, aluminio, hidróxido de sodio,
formaldehído, o cualquier otra barbaridad, no están sujetos a doble
ciego randomizado... porque no son medicamentos aunque formen parte
de él.
Las líneas celulares
de cultivo: Empleadas en la fabricación de antígenos,
anticuerpos, antitoxinas, vacunas, etc. no son testadas en dobles
ciegos randomizados ni siquiera en previsión de su capacidad
cancerígena, porque no son medicamentos, aunque formen parte de
ellos.
No todo es cognoscible a través de los
procedimientos científicos.
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Se parte de la premisa
pseudocientífica de que todo puede ser explicado por la ciencia y
que la ciencia cuenta con los recursos necesarios para conocer la
realidad de todas las cosas. Se habla de una ciencia infalible, lo
que no deja de ser un delirio con un tremendo sesgo ideológico. Se
habla de una ciencia omnipotente e infalible que puede conocer y dar
razón de todo tipo de hechos.
Ejemplos de cuestiones
ajenas al procedimiento científico.
Las verdades lógicas
y matemáticas. La lógica forma parte de la filosofía y nada
tiene que ver con la ciencia ni existe procedimiento científico para
verificar los axiomas lógicos. Las matemáticas se constituyen en
base a normas convencionales y tampoco pueden ser verificadas por la
ciencia. En cuanto a los números, hay distintas categorías
(naturales, racionales, etc.) lo que prueba que es un constructo, y
la existencia de cada categoría, tampoco puede ser comprobada por la
ciencia. La ciencia presupone la lógica y las matemáticas, se sirve
de ellas para alcanzar sus conclusiones y en definitiva, las
conclusiones científicas se extraen de premisas que nada tienen que
ver con la comprobación científica. Tratar de probar
científicamente la lógica y las matemáticas se convertiría en un
razonamiento circular que invalida toda conclusión.
Las verdades
metafísicas. Como si hay otras mentes como la mía, si el mundo
es real o lo construyo yo mismo, si existen universos paralelos donde
existen infinitas realidades, o si el pasado existe de verdad o es
una construcción de nuestra mente, o si la realidad es solo una
simulación construida por nosotros mismos. Todo eso son creencias
que no pueden comprobarse a través de la ciencia. La mente o el
espíritu de los seres vivos, no forman parte de la experimentación
científica que se centra en realidades meramente físicas y
biológicas como el cerebro o el sistema nervioso pero sin entrar en
las funciones superiores del ser como el carácter, la personalidad,
la conciencia, los valores, la conducta, etc.
Las creencias éticas
y los juicios de valor. La ciencia no puede comprobar lo que es
bueno, lo que es justo, lo que es necesario. Se trata de
convencionalismos éticos y modas que nada tienen que ver con
comprobaciones. No puedes comprobar mediante la ciencia si lo que
hicieron los nazis era bueno o justo, e intentar justificar la bondad
o la justicia a través de un método científico nos colocaría a su
misma altura. Nazis y comunistas abusaron del “conocimiento
científico” para cometer las mayores atrocidades en nombre de la
beneficencia y la justicia.
Los juicios estéticos.
La ciencia no puede decirnos qué es lo bello, lo estético, lo
proporcionado. En diferentes épocas y culturas hay diferentes
conceptos sobre la estética que no pueden ser comprobados mediante
la ciencia, porque lo bello o lo bueno no puede ser objeto de
comprobación cierta sino de una mera estadística.
Los juicios políticos.
En este sentido nos encontramos en el mismo punto que el anterior, y
la existencia de lucha de clases, el patriarcado, el animalismo, la
democracia, el progresismo, la igualdad real, la fraternidad, etc.
son conceptos políticos no sujetos a la ciencia y por lo tanto toda
opción contaminada por sesgos políticos, es materialmente
anticientífica.
La ciencia misma. La
ciencia no puede ser comprobada por métodos científicos. Muchas de
sus premisas son convencionalismos imposibles de comprobar y dan pie
a paradojas que nos llevan a creencias disparatadas como la
existencia de multiversos, o la razón de que las leyes físicas sean
inmutables y constantes en el tiempo y el espacio. Partimos de
premisas que no pueden ser comprobadas. La teoría de la evolución o
la relatividad, están empapadas de creencias que no se pueden
comprobar. Las teorías de la mente o del instinto, son
construcciones abstractas de algo que no se puede comprobar por
métodos científicos. El placebo, es un constructo utilizado
en toda experimentación médica y sin embargo nada se sabe de su
mecanismo de acción o de su sentido biológico y evolutivo, y sin
embargo forma parte del estándar de toda investigación médica.
Nadie podrá investigar cómo suprimir el efecto, controlarlo o
aumentarlo.
Las tomas de decisión
basadas en creencias y expectativas. No existe la posibilidad de
una ciencia de la inteligencia artificial capaz de toar decisiones
basadas en creencias o expectativas. Uno no se monta en un avión
porque sepa científicamente que le va a llevar de un lugar a otro
con rapidez y seguridad, sino en base a creencias y expectativas de
que lo hará. Uno no se casa, tiene hijos, constituye hipotecas,
invierte, hace ejercicio, come sano o toma decisiones de salud
basándose en el conocimiento científico sino en creencias y
expectativas. La ciencia no puede asegurar que una u otra de las
opciones posibles nos lleve con éxito a lo esperado. Las decisiones
personales nada tienen que ver con la ciencia. La decisión de tomar
o no un medicamento, nada tienen que ver con la ciencia sino con la
libertad y las expectativas.
El falso debate sobre las “evidencias”
forma parte de una postura absolutamente anticientífica, es más,
se trata de una impostura intelectual mezquina.
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Cuando los medios de
comunicación y los activistas hablan de pseudociencias y de
medicinas sin evidencia científica, vemos un claro ejemplo de los
descrito por Fluorens y Sokal: propaganda política disfrazada de
ciencia.
Abuso del lenguaje:
Neolengua. Se han empeñado al unísono en construir un relato
estándar y unos neoconceptos ambiguos y arbitrarios para sacudir con
ellos lo que les plazca. Así tenemos que de igual manera que se han
inventado conceptos como “política de género” o “cambio
climático” fabricando incluso un supuesto “consenso de la
comunidad científica internacional” -que no existe ni consenso ni
comunidad científica alguna-, han inventado el término
“pseudociencia” donde pueden meter lo que quieran de forma
absolutamente caprichosa.
Desconocimiento
elemental de la materia: Estupidez. Si hay algo evidente es que
los “expertos” que cuestionan las terapias naturales, no son
expertos en terapias naturales ni en medicina integrativa. En los
debates, además de periodistas sin ninguna formación sanitaria,
aparecen biólogos, médicos, informáticos, físicos, y
profesionales de todo tipo, pero nunca personas con conocimientos
teóricos y prácticos de las terapias. Así tenemos a biólogos que
aparecen en programas críticos contra las denominadas pseudociencias
que comparan un esófago con un tubo de cristal y el contenido de un
estómago lo asimilan a un poco de agua tibia... Aparecen
informáticos que cuestionan las decisiones de la Fiscalía en cuanto
a la supuesta inactividad que describen contra las terapias
naturales.
Falta de originalidad:
Miseria intelectual. Es patente que cuando se habla contra las
terapias naturales o la medicina integrativa se hace desde un
pensamiento único repitiendo machaconamente y hasta la nausea frases
tontorronas y simplonas de las que es experto nuestro Ministro de
Ciencia, entre otros. Se habla de que “son una estafa”, “hay
que proteger a los pacientes porque son vulnerables”, “las
pseudociencias matan”, y otras estupideces similares. No aportan
dato alguno y cuando se menciona un informe que tiene la Ministra de
Sanidad sobre las muertes por terapias, va y resulta que ese informe
nunca ha existido. Y así repiten y repiten los mismos mantras los
medios de comunicación sin alterar una coma, sin contrastar
información, sin investigar o buscar otros puntos de vista.
Eugenesia: el
ciudadano como enemigo o como rebaño. Después de todo y aunque
parezca extraño, está esa intención política de “salud pública”
por la que hay que proteger al estado, de ciudadanos ignorantes,
torpes y descuidados (el ciudadano puede ser un peligro para el
"colectivo" pues si no se vacuna puede ser fuente de
enfermedades, si usa terapias puede enfermar más y ser una carga
para la sanidad...). Entonces sale la banderita paternalista de
políticos, científicos e informadores, para protegernos de nosotros
mismos y de nuestra propia "ignorancia" para conseguir un
mundo mejor, más ordenado y feliz. A cambio, el ciudadano debe
renunciar a su libertad y debe dejarse conducir y proteger cual
mostrenco. Los terapeutas y médicos integrativos lo son para estafar
y hacer negocio, pero no existen casos comprobados de políticos,
funcionarios, científicos y periodistas corruptos... La élite
quiere protegerte por tu bien, como manda la política de eugenesia,
y si hace falta te pondrá bajo los pies de los caballos, ante una
crisis económica, ante guerras y terrorismo estratégico, ante
epidemias fabricadas o ante el empleo de radiaciones, pesticidas,
medicinas y vacunas de “absoluta” seguridad. Todo “gratis”.
Neociencia:
Pseudoescepticismo. Han creado una neociencia -neolengua- donde
el rigor científico es arbitrario y donde se pretende una evidencia
científica caprichosa y asimétrica. Así se exigen estudios doble
ciego randomizados para la acupuntura y la homeopatía, pero no se
exige lo mismo para el aborto, el cambio de sexo, las sedaciones
terminales, la psicofarmacología, la quimioterapia, las vacunas, la
cirugía o la medicina preventiva. Ellos son la élite -sin méritos
demostrados y que nadie ha votado-, y deciden cuál ha de ser el
estándar científico exigible y cuáles deben ser los resultados. Es
más, intervienen en el mercado -lo que los pacientes pueden
consumir- por una cuestión científica, como si la ciencia tuviese
algo que ver con las decisiones vitales y trascendentes que tomamos
en materia de pareja, matrimonio, número de hijos, hipotecas, planes
de pensiones, estudios, profesiones, conducta moral y religiosa, etc.
Aparenta una secta o una política totalitaria más que una ciencia.
En el colmo del
despropósito la Real Academia de la Lengua, no se conforma con
establecer definiciones según el uso o la costumbre, sino que
pretende ser una auténtico revisor de la realidad y “priva
oficialmente” a la homeopatía de cualidades curativas, como si la
gente con eso dejase de llamar a las cosas por su nombre. Cosas del
globalismo y sus tentáculos...
Relativismo cognitivo:
positivismo político. El debate se centra en lo que “la
sociedad necesita”. Para ello tenemos al bonachón político de
turno que aupado al zenit de la razón por pseudocientíficos,
pseudoescépticos y pseudoperiodistas, está dispuesto a hacer
realidad su capricho a través de normas políticas -mal pensadas y
peor redactadas-. El político se muestra convencido por los palmeros
y mamporreros de turno de que su delirio absolutista y totalitario es
justo, y se embarca en la gloriosa misión de cercenar los derechos y
libertades de los ciudadanos por un “bien superior”. Todo vale en
la sacrosanta misión de proteger a los débiles e ignorantes
ciudadanos de sus propias decisiones (menos de la decisión de voto).
Todo lo que se necesita es un bolígrafo mágico con el que escribir
pseudonoticias, pseudoinformes científicos y pseudonormas legales.
Conclusiones
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No nos encontramos ante
un debate médico, científico técnico o económico en torno a la
homeopatía o las terapias.
Nos encontramos ante un
debate ideológico.
Por un lado tenemos a un
grupo de personas obsesionadas por tener un control absoluto de un
monopolio sanitario donde los profesionales y los pacientes no tengan
márgenes de decisión.
Y ante ese grupo de
interés todos somo enemigos. Somos enemigos los terapeutas, los
pacientes y consumidores. Pero también son enemigos los
profesionales sanitarios a los que cada vez más de niega su
autonomía profesional y sus libertades públicas. Tenemos una
sanidad pública donde no cabe alternativa ni creatividad y que está
sujeta a protocolos políticos y no médicos, y tenemos una sanidad
“privada” que no pasa de ser una sanidad concertada donde tampoco
existe demasiado margen de libertad y donde todo puede ser
escrupulosamente analizado y censurado desde el poder con riesgo de
cierre y cese de la actividad.
Pero no hay que dejarse
engañar, porque igualmente enemigos en esta batalla son los Colegios
Profesionales que han sido invadidos y controlados, las revistas
profesionales y científicas absolutamente controladas y las
Universidades que han perdido toda su autonomía y para los que la
Ministra -y cualquier otro Ministro que venga- tienen un plan de
control absoluto. También son enemigos la investigación y la
divulgación científica, que se pretende que pase por organismos de
control y censura.
Pero lo más curioso es
que forman parte de ese “enemigo a batir” las industrias
farmacéuticas. Sí, las Industrias farmacéuticas, acusadas de
grandes beneficios y de corrupción. Pues sí, contra estos también
hay planes que van desde privarlos de las patentes, la creación de
farmacéuticas públicas y la imposición de genéricos. Para ello no
cuentan con pacientes y profesionales -que no cuentan en ninguno de
los planes-, y los medicamentos les vendrán dados mediante receta
electrónica estandarizada y pagada a través de impuestos: el
consumidor queda al margen de todo ello. Las farmacéuticas deberán
conformarse con investigar lo que les manden y vender lo que les
dejen al precio que se decida, y pasarán a ser entes instrumentales
y no empresas, como han hecho con los seguros, los bancos, las
universidades... y el resto de la sanidad
Y ese monstruo para el
que todos somos enemigos se llama “Sanidad Pública Universal”
que poco a poco está siendo parasitada por grupos políticos de
presión con el único objetivo de alcanzar el primer nivel de un
Estado Totalitario patrocinado por el globalismo político.
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