Hace
unos meses requerimos (este letrado y la Asociación de Consumidores
ACUS) al Ministerio de Sanidad para que explicase la gestión que
hace con las vacunas, debido a la alarma social por epidemias
inexistentes y el acoso que están sufriendo las personas que
cuestionan la seguridad y eficacia de las vacunas.
Se
llama antivacunas a quienes solicitan información y se preocupan por
su salud y la de sus familiares. Más que antivacunas son ciudadanos
responsables, pero eso suele molestar a médicos como la Sra.
Carcedo.
Si
hay algo esencial en los derechos de los pacientes y consumidores es
el derecho a la información, sin el cual, no existe un servicio de
salud sino una panda de mafiosos y delincuentes por mucho que tengan
puesto de funcionario o político.
Y
como sospechábamos, lo primero que hace el Ministerio es ignorar la
solicitud de información; lo segundo contestar a desgana cuando le
requiere el Consejo de Transparencia; lo tercero emitir una
contestación envenenada, pues no contesta nada de lo que se pregunta
ni requiere a las faracéuticas afectadas como parte en el
procedimiento A SABIENDAS de que con este comportamiento ninguna
reclamación ni demanda puede prosperar, lo que confirma el ánimo
ilícito de las instituciones que gestionan las vacunas.
Mientras
tanto muchos padres son amenazados por no vacunar a sus hijos, o son
víctimas de amenazas y escarnio público y alguno buenos
profesionales son sancionados y ridiculizados.
El
primer requerimiento lo pueden leer aquí: Vacunas
La
contestación del Ministerio: Alegaciones
Y
nuestras aclaraciones: Aclaraciones
Es
una vergüenza que con el coste que tienen las vacunas exista tan
poca información y tantas noticias falsas, y que tengamos que
defender en precario a los profesionales y familiares, como lo
ocurrido hace porco con la Dra.
Bellostas.
estamos
hablando de unos 700 afectados graves por efectos secundarios al año
por vacunas, si aceptamos la incidencia de estos efectos que
describen las fichas técnicas (1 de cada 10.000).
El
Ministerio y los reguladores están para servir a la industria
farmacéutica y buscan un monopolio y un absoluto control social. No
me cabe ninguna duda.
Cuando
las vacunas puedan ponerse de manera obligada, por la fuerza a los
ciudadanos, con el objeto de buscar un bien común, ¿qué se opondrá
a que hagan lo mismo con el aborto, la eutanasia, las sedaciones
terminales o la supresión de disidentes políticos? ¿Cómo se
evitará que nos envenenen con aditivos alimentarios o experimentos
genéticos o carnes sintéticas?
Dejar
la sanidad en manos del Gobierno es una de las cosas más negligentes
y absurdas que se puede hacer, sobretodo cuando parece que
empiezan a caminar por el oscuro camino del totalitarismo y la
coerción a los ciudadanos.
Luis
de Miguel Ortega
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