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So... what's the point? (entonces... ¿de qué se trata?)



El acoso contra las terapias se viste de ciencia y de ética, con adornos de protección de la salud pública. Se intenta un debate médico, científico y técnico pero vacío de argumentos. De hecho los pseudoescépticos son bastante torpes para juntar letras y datos. De hecho también, hay que reconocer que se hacen llamar escépticos cuando lo que les define no es el escepticismo sino la suspicacia, la paranoia y el totalitarismo.
Desnudos de argumentos y datos -pues los pocos datos que usan son manipulados o inventados- lo único que queda en el fondo es una actitud frente a la vida, una actitud política, una desviación social. No les voy a aburrir con los teóricos del totalitarismo como Ortega y Gasset, Hannah Arendt o T. W. Adorno, ni con quienes hicieron el totalitarismo su “modus vivendi et docendi”, como J. Goebbels y S. Alinski, quienes dedicaron su vida a enseñar cómo manipular a las masas. Lo que sí quisiera remarcar con necesidad es la idea de que el problema en torno a las terapias, no es un problema económico ni científico -algo que vengo insistiendo desde hace más de un año-, sino un problema ideológico y político, manejado por un grupo de personas con un perfil psicológico muy definido.
T.W. Adorno (The authoritarian personality  1950) pasó casi su vida centrado en el estudio de las personas autoritarias en la escuel de Frankfurt. En resumen, podemos definir a una persona autoritaria por una serie de características estables.
  1. El autoritario no tolera la ambigüedad. Para sentirse cómodos necesitan que las cosas se definan específicamente. Si las cosas no están bien definidas y ante cada pregunta no hay una respuesta simple, se desesperan. Por eso se les inunda el cerebro con listados interminables de lo que entienden que debe ser criminalizado, y repiten machaconamente “medicina solo hay una: la medicina científica y lo demás es pseudociencia”. Como si fuese tan simple y como si pudiesen tener claro lo que es ciencia y lo que no lo es. “Los autoritarios tienden a considerarse perfeccionistas, pero esto es cierto sólo en el sentido trivial de que necesitan que las cosas se hagan de una sola forma, y no en el sentido más amplio de que ayudan a crear un medio más apropiado para que todos vivan mejor. En consecuencia, los autoritarios se alteran fácilmente; de hecho, suelen quedar paralizados cuando las cosas no van exactamente "a su manera", que es la manera según la cual "su autoridad" (sea lo que sea) dice que han de ir. Una de las frases favoritas de los autoritarios suele ser: "Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar" (W. Dyer). Repito: como si fuese tan sencillo.
  2. El autoritario no puede desprenderse de la manía de dividir las cosas en blanco o negro, conmigo o contra mi. Si pensamiento y capacidad de clasificación es bipolar, dicotómico. O es ciencia o es pseudociencia, y a veces se atreven a decir eso de “o está en la seguridad social o es una estafa”. Como si fuese tan sencillo. Hay tantas cosas en la sanidad pública que no deberían existir que no soy capaz de entender donde está el límite de lo razonable y la locura en el pensamiento de los pseudoescépticos. Para mantener su posición de dominio dividen a la población entre buena -que está en su lado- y mala -que está en el lado contrario- y tenderán a hacer su lado cada vez más estrecho y restringido de tal manera que solo entrarán en su círculo de “buenos” quienes les rían todas las monadas y mongoleces. Y así, todos los médicos de verdad -los que cobran de farmacéuticas, los que llegan tarde y se marchan pronto, los que abusan de la paciencia de los pacientes, los que cobran por estudios que no hacen, los que duermen durante las guardias, etc.- son buenos, y todos los demás son unos estafadores. Como si fuese tan simple.
  3. El autoritario tiene un pensamiento rígido, inflexible, tenaz. En este sentido son personas que se resisten a la reflexión la introspección y al cambio. Es por lo tanto una persona paralizada por la disonancia cognitiva, por lo que son incapaces de reconocer el error y el daño que hacen. El pseudoescéptico es incapaz de escuchar o debatir y su estado de ansiedad alcanza el límite ante la posibilidad de debatir. Son incapaces de debatir y normalmente recurren al insulto y la ridiculización del oponente. Hasta tal punto temen los datos y el reconocer que la realidad es algo mucho más completo y dinámico de lo que uno pueda ser consciente. La rigidez de pensamiento puede llevar al autoritario a recurrir al insulto personal, a la burla e incluso a la violencia física. La discusión racional y constructiva es prácticamente imposible con los autoritarios, sean del tipo que sean. La única negociación posible con ellos es la basada en posiciones, por lo que el acuerdo es imposible. Para ellos cualquier controversia es un “todo o nada”. Nunca se dan por vencidos aunque hagan el ridículo más espantoso: carecen de sentido del ridículo por la disonancia que les gobierna.
  4. El pseudoescéptico como buen auroritario es antiintelectual. El autoritario suele desconfiar de los intelectuales. Los autoritarios suelen mirar con escepticismo cualquier cosa que no puedan "ver por sus propios ojos", y se sienten intimados por filósofos, psicólogos, artistas, profesores y otros que se ganan la vida trabajando generalmente con el intelecto. Así que se ven atados a una ciencia materialista, al positivismo de normas y de ética y huyen de cualquier cosa que no sea tangible. Su ética en tercera persona para imponer sus criterios a la sociedad en beneficio de un bien común, es una ética reconstruida, rígida estática de barra libre. Si deciden que la eutanasia está bien, hay eutanasia para todos o para nadie.
    Odian a la gente que habla del espíritu, de una vida más allá de esta experiencia terrenal, de una ética en primera persona y de tiempo presente, es decir todo lo que no se puede planificar, ver o tocar. Suelen tener profesiones de las llamadas técnicas y científicas como la medicina, la biología, la ingeniería, etc. como si esas profesiones pudiesen reducirse a lo tangible... bueno, eso lo consiguen haciéndose funcionarios, donde tienen el derecho de convertir una profesión bonita en mera burocracia.
  5. El autoritario es un ser incapaz de realizar introspección. Desconfía de sí mismo y de su propia experiencia. Su interior produce vértigo (abismo para el hombre, torrente en la mujer), y necesitan experiencias muy intensas de socialización pata desinhibirse, lo que les lleva a mantener unas costumbres y relaciones viciosas ocultas. Para el autoritario pseudoescéptico, la mente se reduce a unas neuronas organizadas y cada comportamiento yreacción o emoción es la expresión de una sustancia química cerebral. “Suelen considerar la psicoterapia, la meditación, el yoga y otras formas de acercarse a uno mismo y afrontar sus problemas no sólo como una pérdida de tiempo, sino incluso como una especie de conspiración destinada a lavar el cerebro a todo el país. Se sienten tan inseguros de sí mismos que no osan correr el riesgo de exponerse a las influencias del psicólogo "comecocos", el profesor de yoga o cualquiera de esos otros "tipos raros". Eso sí, adoran al psiquiatra cargado de drogas que lo pueden resolver todo y con miles de pseudoteorías sobre el comportamiento humano basadas en química y genética. Como si fuese tan sencillo. No son capaces de creer que el efecto placebo es un milagro que explica mucho más de lo que parece y es algo más que un artefacto estadístico. Es la capacidad intrínseca de los seres vivos de regenerarse a sí mismos.
  6. El autoritario conformista y sumiso. Otra de las facetas del autoritario es el conformismo. Pero es un conformismo selectivo con su ideología y con su líder. El pseudoescéptico cree en la obediencia ciega a sus líderes y principios y no importa que existan datos de corrupción, abuso o sobremortalidad en los hospitales públicos. La sanidad debe estar bajo control de su líder, no puede haber libertad de ningún tipo. Obedeciendo a líder todos estaremos bien y desobedeciendo al líder, todo irá a peor. Si no vacunamos a todos los niños sin importar su estado de salud o condición, habrá epidemias. Si vacunamos a todos, podremos esconder unos pocos cadáveres bajo la alfombra. Cuando sean muchos, echaremos la culpa al empedrado, nunca al líder ni a sus descabellados planes.
  7. El autoritario es clasista. El pseudoescéptico es clasista y etnocentrista y cree que la sanidad española, los médicos españoles y la comida española es la mejor. Es como el seguidor de un equipo de fútbol pero a lo bestia por el efecto de su pensamiento dicotómico y su falta de flexibilidad. Aunque compares estadísticas, su sanidad, su médico y su tortilla de patatas siempre será lo mejor del mundo. El pseudoescéptico cuando baja de un avión en otro continente busca un MacDonalds, un Telepizza o un bar de tapas. Si no encuentra nada de esto, buscará a una multitud de iguales donde camuflarse y hacer lo mismo que ellos y en última instancia comprará algo que pueda identificar en un comercio.
  8. El pseudoescéptico es un paranoico. Ve peligros, amenazas y enemigos por todas partes. Cuando el juego les sale mal, ven grandes enemigos y conspiraciones por todas partes. Sus enemigos tienen muchos recursos, buenos bufetes y abogados, detectives y espías. Es dificil que se dejen conocer en público y no suelen compartir videos o fotos. Cuando lo hacen es por el placer sádico de superioridad y de dominio, pero cuando las cosas salen mal, desaparecen y borran todo rastro personal. Aprovechan direcciones falsas para no poder localizarles y pseudónimos. Pocas veces en su activismo -salvo que no lo puedan evitar, son localizables por “motivos de seguridad”. Como buenos paranoicos tienen una torpe capacidad para interpretar la realidad que suele ser desajustada y exagerada y donde hay un herido ven un muerto y donde hay un muerto ven diez. Todo es demasiado preocupante y nada es exagerado. Por un euro ha una estafa y cualquier ruido en el teléfono es un pinchazo. Cualquier persona que se gane la vida con su trabajo, si no está en su grupo, es un estafador y lo reconoce en cada detalle de su trabajo, cualquier detalle de su enemigo o de su entorno de trabajo, es signo inequívoco de su culpabilidad como facha o como estafador. Siempre habrá motivos para llamarte independentista o imperialista -según donde estés en relación a él-, comunista o facha, charlatán, magufo, ultracatólico, masón o cualquier cosa que se le ocurra. Como si fuese tan simple. Su paranoia les convierte en gregarios y en una conducta sumisa con el grupo y con los valores del grupo. Dentro de su grupo no faltarás las conspiraciones internas...
    Nunca reconocerán sus errores y fracasos que serán siempre culpa y responsabilidad de sus enemigos o de la falta de “justicia social” y “redistribución de la riqueza”. Les entusiasma el delirio de Darwin, ese del de la supervivencia del más fuerte, pero luego salen corriendo a ir contracorriente y reequilibrar la injusticia con más delirios ideológicos de “anticapitalismo” -como si fuese malo ganarse la vida trabajando y dar valor al propio trabajo-, y hablan de que no se puede hacer negocio de la Sanidad, cundo la sanidad pública, siempre ha sido un gran negocio en manos de cuatro gatos bien nutridos. Su modelo sanitario debe estar en manos y bajo control de su líder. Y la educación, y la prensa, y la banca, y la investigación, y la religión, y la vida, y la muerte... como si fuese tan sencillo.
  9. El autoritario pseudoescéptico tiene hipertrofiado el Culto al Poder. Todo debe estar bajo control y se obsesiona en ideas pueriles como “la unión hace la fuerza”, ignorando que esas soflamas, tan solo demuestran su debilidad, su falta de confianza, su vacuidad y su cobardía. Su ideal de sociedad es una sociedad piramidal. Una auténtica estafa piramidal en la que debes entrar quieras o no y de la que no podrás salir. Habla de un “contrato”, el “contrato Social” por el que mágicamente tenemos un “gobierno democrático” al que debemos obediencia como si de un ser sobrenatural fuese. Cree en el Estado, la Política y la Democracia. Para él son palabras con mayúsculas, que cambian la realidad y la naturaleza de las cosas. Su líder puede ser un zafio y un estafador sin ninguna capacidad, pero por el sacramento de convertirse en Presidente del Gobierno o en Ministra, adquiere poderes que lo hacen infalible y capaz de dirigirnos a todos con seguridad. ¿Cómo narices una inútil que sólo ha ejercido cinco años puede ser una autoridad médica a punto de jubilarse? Por la democracia. ¿Cómo un casual astronauta, se convierte en portavoz de los rectores de universidad de de los catedráticos de medicina? Por el Cuerpo Místico del Socialismo. Amén. Ni qué decir tiene que son creencias mágicas compartidas por los totalitarios de todos los colores dentro del partido socialdemócrata que gobierna esta país desde hace 50 años (sí, 50 años de consenso...).
    Todo lo que debilite la autoridad del líder debe ser destruido y por eso tienen una especial inquina por cualquier área de la vida que signifique libertad al individuo. Por eso lucha contra las creencias, contra la intimidad, contra la filosofía, la religión, el dinero, el autoempleo o la autogestión, los autocuidados. Todo debe estar regulado y controlado por el aparato. El control del estado permite “redistribuir”, hacer “justicia” y sobretodo, premiar a los de su grupo y castigar a los que no están en el grupo.
Junto a estas características podríamos añadir sus estrategias de lucha. Luchan como son, pero además su principal estrategia -puesto que no saben ni lo que dicen y no soportan el mínimo debate- es la estrategia del debilitamiento y agotamiento del contrario. Lo hostigan y agotan atacándolo desde distintos frentes, de forma simultánea, insidiosa, sin buscar más respuesta que el agotamiento y muerte del contrario. Atacan a nivel personal, profesional, familiar... todo vale para agotar a la víctima. Sí está claro, su estrategia es el mobbing, esa palabra moderna cuyo origen o es otro que la estrategia de la manada de lobos cuando acosan a una presa: primero la acorralan y agotan y así evitan que se pueda defender más tarde. Lo peor que puede hacer la víctima es huir, pues cuando quiera luchar será demasiado tarde.
Y de esto es de lo que se trata. Se trata de transformar un sistema sanitario ineficiente y caduco en un sistema absolutamente totalitario donde los pacientes no tengan ninguna posibilidad de elección. Se trata de que los ciudadanos no tengan alternativas y el negocio sea redondo. Metemos en la bolsa tanto de impuesto y lo repartimos entre nuestros amigos y mecenas sin que nadie deje escapar un céntimo.
Se trata de que no exista la posibilidad de comparar. Si mueren 8 de cada 100 neumonías, no es bueno que exista un centro donde no fallezca ninguno. Si no hay cura para 100.000 enfermos, que estos no sepan que existe una alternativa para todos ellos. Se trata de reforzar el papel terapéutico del estado, el papel sobrenatural y benéfico sin que exista género de duda. De eso se trata, porque mientras existan terapias naturales, alternativas, complementarias, integrativas y como coño queramos llamarlas, el estado tendrá a alguien que le haga sombra y le haga pasar vergüenza. Se trata solo de eso: que no exista duda El Estado lo puede todo, lo tiene todo y no hay nada fuera de él. Y dentro de esa omnipotencia: “Toda la sanidad para el pueblo, pero sin el pueblo”.

Luis de Miguel 

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